A veces parece que se me escapa el tiempo entre las manos. Que cada vez son más las arrugas del reloj, cada vez son más los besos dados y los días vividos. Miro cosas que creía cercanas y me doy cuenta, por la claridad con la que las veo ahora, de todo el viento que ha soplado desde entonces. De todas las hojas que han caído, de todo lo que yo misma he cambiado. Y no puedo evitar preguntarme cuál será nuestra velocidad de cambio, cuánto tardan las células en morir y ser sustituidas, cuánto tardan mis pensamientos en cambiar de dirección, mis metas en transformarse. Pasa el tiempo y seguimos corriendo por un camino que varía a cada paso que damos... ¿o acaso somos nosotros los que cambiamos a cada paso?