lunes, 18 de marzo de 2013

Tiembla la habitación con música demasiado familiar para ser percibida. No sé cómo lo haces pero siempre consigues ponerme la piel de gallina con cada cosa que cuentas. No, da igual, aunque no contaras nada también temblaría la habitación, también temblaría yo. No sé para qué tantas palabras. Poesía, sal, todo, tus ojos. Estoy dispuesta a averiguar su color, el de tu despertador. Ir a tu cama a deshacerla y leer poesía. Siempre, poesía. Y apartar con caricias las flores secas que escondes entre las hojas de todos tus libros. Poesía, con esa inconsciencia con la que actúo cuando estás conmigo. Porque a veces se rompe el tiempo y todo cobra sentido. El viernes, sábado, la siesta, los puentes, todo deja de tener importancia. Se despiertan las letras, los sueños, la tinta, tú, yo, el papel en blanco y la incoherencia de las palabras con las que lo lleno. Tú, yo, sin tiempo. Tú, yo, sin escuchar nada que no sea el pasar de las hojas. Yo. Y la poesía, contigo.

3 comentarios:

  1. Has descrito a la perfección mis mejores momentos. Y creo que es un arte aprender a vivir de esa manera, necesitando poco más que un par de hojas y a ella (o a él) para que todo tenga sentido.

    Cuídate.

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  2. Con esta preciosidad me has hecho pensar que ojalá me gustase más la poesía (y no digamos escribirla, pero eso ya está demasiado lejos de mi alcance)

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  3. Hola:

    Si puedes, escríbeme a pintoresde@gmail.com

    No he podido ponerme en contacto contigo de otra forma.

    Cuídate.

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