jueves, 26 de enero de 2012

Luna llena

Últimamente no paro de pensar en las mujeres como en hombres lobo. Al fin y al cabo, siguen los mismos ciclos de luna llena. Si lo piensas, todo encaja. En esos momentos se ven más desaliñadas e hinchadas. Se encuentran irritables y enseñan los colmillos a modo de advertencia. Con la luna llena sus ojos se vuelven recelosos y huelen más a sangre. Les invade una lujuria interior que nadie parece comprender, porque tampoco la saben demostrar. Y les irrita en gran medida esa incomprensión, sintiendo la necesidad de huir y de estar solas, como un lobo que huye a protegerse en la noche, en un instinto irracional, primitivo y animal. Sí, en esos momentos provocan el mismo terror y fascinación. Sí, las mujeres son en realidad hombres lobo.


Ahora sólo cabe preguntarse, ¿quién era más fiero, Caperucita o el lobo?



miércoles, 11 de enero de 2012

Amante del desorden y los defectos

Y aunque seguía admirando la mirada de aquel chico, sus sentimientos cambiaron de repente, sin saber muy bien porqué. Quizá fue su habitación lo que la desagradó hasta tal punto, o su forma de presentarla; "perdona el desorden", cuando el único rastro de movimiento y vida se concentraba en el lápiz que descansaba sobre la mesa. Se respiraba de hecho una agobiante quietud en aquella habitación. Quizá fue eso lo que la espantó, esa sensación de estabilidad que emanaba de la estancia. Y no sólo de la estancia, él entero olía a equilibrio y permanencia. 
Puede sin embargo que fueran los libros de la estantería, que no eran más que aquellos que mandan en la escuela y algún que otro tomo viejo de la universidad. Y sí, como decirlo, le molestó que ninguna camiseta andara tirada por el suelo, que no hubiera arrugas en su colcha ni CDs esparcidos sobre la mesa. Era asombroso al mismo tiempo; nunca había conocido a nadie que tuviera ordenada hasta la papelera. Quién sabe, quizá no hay que buscar tantos detalles, quizá fue sólo la mirada grave que puso mientras ella observaba la habitación, en la que parecía querer ofrecerle esas [odiosas] cuatro paredes. 

Es difícil saberlo. El caso es que ella sintió que algo se apagaba dentro de su pecho y, aunque esa tarde siguió sonriendo, su corazón comenzó a odiarle por no ser un poco más imperfecto.



domingo, 8 de enero de 2012

Curioso lenguaje el de las sílabas

Siempre he tenido un insalvable problema con sinalefas, diptongos e hiatos. Sí, tan insalvable era el asunto que aunque de pequeña mi sueño era ser poeta me quedé jugeteando de por vida con la prosa. Tan insalvable, que nunca me había dado cuenta del gran problema de los sentimientos y el lenguaje. Pero hace poco un amigo, un amigo poeta (de los que amaestran letras y hacen malabares con acentos y sinalefas) me enseñó alguno de los misterios ocultos de las sílabas. Y así algunas palabras se tiñeron de nuevos colores ante mis ojos: teo-dio, te-quie-ro. Más largo sin duda este último, en letras y en sílabas. Deduje por tanto que era más sencillo odiarte que quererte. Fíjate, quién me iba a decir a mí que hasta el lenguaje jugaba en nuestra contra...

Y pensar que a veces tonterías como esta son suficientes para borrar historias que aún no han sido escritas.



Especialmente dedicado a Sally (click para ver su perfil)




sábado, 7 de enero de 2012

Marcas

- Tengo dos marcas indelebles
· Cómo, ¿dos tatuajes?
- Más o menos... Las intenté borrar, pero me quedó una cicatriz
· ¿Dónde, en la espalda?
- No, en el corazón

Y en esto tú eres tatuador profesional



martes, 3 de enero de 2012

Mi abuelo el militar espanta el miedo a cañonazos

Quisiera tener una de esas mantas rahídas que tienen los abuelos de cuando fueron al ejército. De esas que te impiden moverte bajo su peso. Quisiera poder refugiarme en ella, crear un lugar secreto y tenerlo a él, a mi abuelo, sentado a mi lado por las noches. Con esa sonrisa afable y ese pecho tan grante y tan cálido en el que enterrar los miedos. Me gustaría que se quedase toda la noche velando mi sueño. Destruyendo a escopetazos las pesadillas. Creando a mi alrededor un escudo de balas y amor. Pero me da la impresión de que en esta guerra el enemigo siempre va mejor armado que yo. Que son escasos los aliados, yo muy pequeña y el miedo demasiado grande.