lunes, 16 de agosto de 2010

Historias de aviones

Recostada en un incómodo asiento de avión, miro por la ventanilla con ojos cansados. Las nubes parecen más blancas y esponjosas desde aquí, pienso distraídamente al tiempo que un bostezo escapa de mi boca. El sol me da en la cara, produciendome un cosquilleo agradable en la nariz. Vuelvo a mirar el exterior, el sol se refleja en cada gota de agua y cada montaña tiene su sombra. Qué simple parece el mundo desde arriba, qué ordenadas las carreteras. Qué pequeños los pueblos, y qué inocentes las ciudades. Qué cortas parecen las distancias y qué dulce silba el viento.
El pasajero de mi izquierda se cambia de asiento a la fila de delante. Debe ser un tipo de estos que se incomodan cuando se ven rodeados de desconocidos. Pues bien, ahora tengo más sitio para estirar las piernas.
He cogido un libro para el vuelo, le doy vueltas entre mis manos, quizá buscando por donde empezarlo. Parece que no soy capaz de encontrar el principio, por lo que lo vuelvo a meter en la mochila con un suspiro.
Una azafata pasa rapidamente por el pasillo, taconeando a toda prisa. Me llega el fuerte olor de su colonia, encojo la nariz y sigo mirando por la ventanilla.




3 comentarios:

  1. El mundo siempre parece muy simple y sencillo desde lejos y eso ¡me gusta!

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  2. El mundo visto desde lejos es un dibujo perfecto, un tablero de ajedrez de cuadriculas de colores, que son calles y parques. Pero dentro hay vida, y cuando uno decide bajar, la perfección y los contornos se desdibujan. De ahí que la lejanía nos dé calma y la proximidad temor. Lindo
    Un beso

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