martes, 10 de agosto de 2010

Noches de verano

Sentada en una pequeña silla desvencijada observaba a mi abuelo en la noche. Reclinado en una vieja mecedora fumaba y bebía café, con gestos lentos, como si fumara las estrellas y bebiera la noche.
Aún con la taza en la mano entró en casa, olvidando su tabaco. Me acerqué y encendí un cigarrillo, tosiendo como una viejecita, fumandome la vida bajo las estrellas de verano.

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