(Anocheciendo en un bar de barrio. Yo sentada sola, quizá esperando)
-La noche es una estrella en tu cucharilla- me dijiste, apareciendo de repente con una taza de té en la mano y aliento enamorado, como si me conocieras de años. En ese momento me hizo gracia tu pelo castaño, tu aspecto desgarbado y ese brillo de reencuentro en tus ojos. Inocente yo, pensé que me querías. Tras varias noches de comer perdices me di cuenta del error. Fue más o menos cuando me dijiste “¿Recuerdas nuestra boda, Anna?”
-La noche es una estrella en tu cucharilla- me dijiste, apareciendo de repente con una taza de té en la mano y aliento enamorado, como si me conocieras de años. En ese momento me hizo gracia tu pelo castaño, tu aspecto desgarbado y ese brillo de reencuentro en tus ojos. Inocente yo, pensé que me querías. Tras varias noches de comer perdices me di cuenta del error. Fue más o menos cuando me dijiste “¿Recuerdas nuestra boda, Anna?”
Por aquel entonces aparecía en las noticias una joven que esperaba todas las noches a su marido en un bar, quien fue a por un té y no volvió.
Sólo respondí -Claro, .. - y me mordí los labios. Seguía sin saber tu nombre.
Todo confundes, hasta el amor.
[La Prosopagnosia es un trastorno de reconocimiento de las caras que se manifiesta en una dificultad de reconocer a familiares y amigos por el rostro. El paciente puede incluso no llegar a reconocerse en un espejo. En ocasiones sí que se reconocen caras de desconocidos pero no las caras familiares.]