sábado, 4 de febrero de 2012

Madrugadas de amor y té

Lo del té no sé de dónde lo sacó, pero empezó a ser una tradición impuesta a las tres menos cuarto de la madrugada. No faltaban los detalles ni los sentimientos, y lo preparaba todo con mucha antelación. Varias horas antes se remangaba, se colocaba el mandil y comenzaba a amasar harina, batir huevos y derretir mantequilla. Mezclaba todo con mucho, muchísimo, cariño. Como quien acaricia a un pájaro herido, como quien besa a un niño. Horneaba galletas y bizcochos a un fuego suave, muy suave, como el soplo cálido de una hoguera en pleno invierno. 

Lenta, muy lentamente se cocían las galletas, y nosotros hacíamos el amor en la cocina. Nos quedábamos sentados frente al horno, yo acariciándole el pelo y quitándole con besos los restos de harina de sus mejillas. Y así, sin soltarme la mano, ella calentaba el agua en una tetera roja.

Entonces abría el horno con infinito amor y sacaba varias bandejas de acalorados sentimientos. Compartíamos el té, los dulces y los besos igual que compartíamos el sexo y el sudor. 

...la tetera burbujea en fa menor todas las noches a las tres menos cuarto de la madrugada.



 

4 comentarios:

  1. Ohhh qué sugerente *.* me ha encantado

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  2. Como experta en gastronomía amorosa
    ME ENCANTA!!! xDD

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  3. buenisssimo este texto, me gustaria usarlo para poner musica de fondo hecha por mi mismo, aceptarias?

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