Podríamos reescribir la vida, con nuestras propias palabras, por qué no. Podríamos, por ejemplo, llamarla bida y no vida. Llamarla en otro lenguaje, en el de las letras y la tinta, en el de las incorrecciones gramaticales y las faltas de ortografía. Podríamos, por ejemplo, inventar alguna palabra y olvidar muchas otras. Ordenar todo en un perfecto caos que nadie entenderá, porque no habrá nada que entender. Sólo instinto, el que nos hace luchar por cada sueño, besar algo más y pensar algo menos.
Nuestros cuerpos no se tocaban. Nuestras sombras se daban la mano.
Podríamos decir quizá que somos instinto definido con palabras y limitado por las mismas.
ResponderEliminarCuídate.
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