jueves, 1 de abril de 2010
Latidos
No podía dejar de contemplarla. Acariciaba con la mirada sus suaves curvas, su pelo enmarañado reposando sobre la almohada. Todavía eran visibles los arañazos de su cara. Sentado sobre la silla llevaba largo rato observándola. Ella, tendida en la cama a la luz de la luna parecía frágil cual muñeca de porcelana. Sin embargo la conocía demasiado bien, aquella joven de cautivadora y afilada belleza derribaría a áquel que la importunara sin apenas darle tiempo a temerla. Él no podía apartar la mirada de sus ojos cerrados y su sonrisa inocente. Su pecho subía y bajaba lentamente al ritmo de su respiración. Podía oír latir su corazón, en perfecta sintonía con el suyo propio. Se tumbó a su lado, mientras el ritmo de sus respiraciones le sumía en un suave trance. En su cabeza se revolvían los recuerdos, la tragedia, las lágrimas, todo lo ocurrido los días anteriores... y sin embargo volvería a repetir todo aquello solo por el hecho de encontrarla en el camino...
Quédate conmigo
aquí
Me gustaria entrar un poquito más en tu coco y ver en qué pensabas cuando escribiste esto ^^
ResponderEliminarHermoso cautivador... como siempre
Te seguimos, Wanderer =)
Sólo puedo decir: GENIAL. :)
ResponderEliminarBello es la palabra...
ResponderEliminarAúlla*