miércoles, 23 de junio de 2010

Luceros

Aquella noche sus ojos se llenaron de estrellas. Su brillo le llenaba de esperanza. Alzaba la mano para tocarlas, acariciarlas suavemente y guardarlas junto a su corazón. Sus manos volvieron vacías, pero llenas de confianza. No volvería a dudar de si mismo... Sólo tenía que levantar la cabeza y mirar el cielo estrellado. Luceros de la noche, tan tenaces, tratando de iluminar la más absoluta oscuridad con ese brillo obstinado y persistente. Sólo tenía que creer en él, no rendirse nunca.
Y bailó. Bailó toda la noche, bailó con la luna y el viento, bailó hasta fundirse en la oscuridad de las estrellas, bailó hasta que su cuerpo no fué mas que solitaria sombra nocturna y deambulante. Y cantó, cantó bajito hasta el alba, hasta que los primeros pájaros le sustituyeron en el solo. Cantó hasta que su voz se confundió con los ruidos del cielo, con los susurros de los árboles en la noche.
...Aquella noche su alma se llenó de estrellas...

1 comentario:

  1. "Aquella noche su alma se llenó de estrellas"... Que gran mente esa que tienes... ¡impresionante!

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